Lo que me enseñó un cactus

EL CACTUS QUE QUERÍA SER ROSAL Y SE CONVIRTIÓ EN JIRAFA.

Había una vez un ser muy poderoso, que concedía al azar, un espacio donde vivir, a cada planta. Estaban los rosales, a los que había concedido un espacioso y fértil prado, donde crecer y desarrollar su hermosura. Los jacintos, con una parcelita muy bien ubicada y los cactus, en específico uno, al que le había tocado un minúsculo trozo de tierra. Un estrecho cubículo para un estresado oficinista. El cactus sintiéndose enjaulado, empezó a llorar y a llorar, hasta que no le quedaron más lágrimas y lo único restante era un cactus escultural, magnífico y esbelto, ya que sus gotas de tristeza habían servido de fertilizante, para que el cactus creciese en dirección al cielo, ya que debido a su posición no podía crecer en otra dirección. Y ya desde lo alto, contemplando los ya insignificantes rosales, que ahora eran borrosas manchas rojas, pudo aprender la más valiosa lección, que no importa donde hayas nacido sino a donde llegues, y este cactus llegó alto.

Hay días que me veo reflejada en un cactus, verde, con mucho potencial y llena de vida, pero con unos pinchos por si alguien se atreve a descubrirlo.

-Izagre

Anuncio publicitario

Un comentario en “Lo que me enseñó un cactus

  1. Pingback: Tengo tanto que decir que si me callo me salen subtítulos | mifuturochic

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s