En una mitad del mundo hay gente Y en la otra también En una mitad pueden escucharse gritos Y en la otra puede que también Sin duda todos miramos al mismo cielo Pero no pisamos el mismo suelo Lo que está bajo nuestros pies es susceptible a cambios En cambio el cielo es inamovible Los abriles transcurren mientras unos ensucian el suelo de otros Mientras unos crean una mierda que ellos no van a pisar En cada mitad, o a veces cuarto, cada uno lucha con lo que tiene Unos tiran piedras al otro lado y otros misiles Unos se lanzan palabrotas, ensuciando el lenguaje, se tiran las haches, las tildes, las comas y los puntos Que son respondidas con bombas H y no estoy hablando de insultos Una mitad empieza salpicando queriendo o sin querer La otra acaba inevitablemente tirándole una jarra de agua Entre gritos, pullas y aviones Se esconde bien resguardando un paquete de condones Que nos recuerda que seguimos vivos Y que queda otro Abril Y otras canciones
Cuantos más abriles pasan, engullimos nuevas ideas a tutiplén, tenemos ansia de más, tenemos gula Como cuando has acabado de comer y solo has llenado la mitad de tu estómago Y pides más Nuestro cerebro, sí, esa caja de tuercas incansable que parece más un chicle mordisqueado que un reloj, sí, nuestro motor con engranajes al que mas bien desengrasamos en vez de untarlo de aceite, en efecto, nuestra sesera es algo parecido Solo que en vez de ir agrandándolo con sed de conocimiento Nos lo vamos zampando, deshidratándolo,chupándole la sangre cual esponja, demandándole cada vez menos y menos Hasta quedarnos en los huesos, hasta que salta la reserva de gasolina, con la cual tu piensas que todavía te da para unos kilometrillos más, y vas arrastrando piedras contigo Pasando las cosas por encima, haciendo la vista gorda Nos olvidamos de hasta montar en bici, borrando esas palabras que escribimos con permanente Comiéndonos nuestras palabras Solo hay una cosa que nunca podrá parar, de la que nadie se puede olvidar, aunque pocos se han percatado Se haga bien o se haga mal Se rellene el depósito o se espere ansioso a un accidente fatal Se hace de día y se hace de noche El sol sale y el sol se pone La tierra sigue dando vueltas Quieras tu seguirlas o no Está condenada de por vida A dar vueltas A correr en una rueda de hámster.
Cuando tenías cinco años, ¿qué querías ser de mayor?
A esa edad, más bien, la pregunta es ¿qué no quería ser? Solo tenía la edad de una mano, pero había hecho un pleno. Y pensar que ahora la he triplicado, con creces. Tan de sobra, que parece muy lejano cuando esa misma persona, se preguntaba que quería ser de mayor. Y automáticamente mi respuesta era:
Cajera del Carrefour
Parece broma, pero hay testigos de que es anécdota, quizá una graciosa, puede ser, pero eso no quita que sea verdad. Yo quería ser cajera del Carrefour, os preguntaréis ¿por qué no del Condis o de, Ahorramas? Pues la verdad no lo sé, si hubiera sido ahora, habría dicho Mercadona, por las condiciones de trabajo favorables que no conocía en esos tiempos. Así que probablemente, el Carrefour era lo más, innovación, y bueno ¿qué niña no habría querido trabajar allí? Aunque en mi generación no estaba tan de moda, era algo más personal. En esa minúsculo espacio, yo me sentía poderosa, tenía a mano todo lo que quería.
Aunque no todo lo que necesitaba, y es que yo siempre he tenido grandes aspiraciones, a pesar de que el Carrefour era un inmenso lugar de inspiración, y yo nunca elijo compulsivamente, ciertamente escogí el supermercado con mas aires de grandeza, eso es innegable. Sin embargo, yo aspiraba a algo más, así que mi segunda opción fue:
Limpiadora de cerdos.
Y no es que no tuviese demanda, os diré un secreto, no es en vano por lo que se les llama marranos, incluso en mi pueblo les podrás conocer con el mote de gochos o cochinos. No obstante, no era mi pasión. Aún así no puedes culparme, todos los críos que teníamos un poquito de seso, aspirábamos a ser granjeros. Diría que ver PeppaPig nos influyó sobremanera. No superaba los cinco años, y apenas sabía contar con los dedos de las manos, pero me sabía todas las canciones de Hanna Montana.
Recuerdo a mi yo de pequeña, toda orgullosa de haber alcanzado ya la mano completa, no es que fuese la mayoría de edad, pero es que cada uno de esos cinco dedos había costado su trabajo. Y no me arrepiento, todo merecía la pena cuando al preguntarme la edad, yo solo tenía que abrir la mano y estirar muy bien los deditos, entonces me decían: “ pero que mayor estás hecha” Y yo me lo creía, como para no hacerlo, lo decían muy seguros. Y aquí estoy ahora, asimilando que ya ha llegado el momento. Eso que se veía tan lejano, ya está a la vuelta de la esquina. Si ahora me volviesen a preguntar, y no es que no lo hagan constantemente, ya bastante cansina es mi voz de la cabeza. Sino que lanzasen la pregunta, otra vez, pero esa pregunta descuidada, que solo pretendía obtener unas risas o una respuesta inocente. Si me vuelves a preguntar, sinceramente, mi repuesta sería:
Yo de mayor quiero ser pequeña.
Volver a estirar esos cinco dedos regordetes, que bien podrían estar diciendo hola, pero dicen adios.
Cuéntanos algo que la mayoría de gente no entiende.
Por muy contradictorio que suene, es pura verdad, aunque no nos atrevamos a reconocerlo. No estoy hablando de nuestros mayores secretos de Estado, aunque no se desvía mucho del camino, sino que existe algo que te cuesta decir en voz alta, pero que no puedes negar. Algunos lo llamarían inhumano, otros contra natura, pero a mí me gusta más llamarlo: descontrol, algo tan exclusivo de los humanos como las neuronas o el placer. Los dolores satisfactorios. El placer de sentir molestia. Es quizá una de las características más locas del ser humano y me atrevería a decir que todo el mundo lo ha experimentado en algún punto de su trayectoria vital.
Nosotros, los humanos, tendemos a buscar el placer y evitar el dolor, entonces ¿como es eso de que podrían invertirse? Son tan opuestos, como el blanco y el negro, el fuego y el hielo, incluso la vida y la muerte. Opciones que parecen tan heterogéneas como el aceite y el agua, ya que sus componentes impiden químicamente que se mezclen. En cambio en el caso particular de la satisfacción del dolor, contamos con un factor sorpresa que no está presente en los demás. Es tan sencillo como que el dolor libera endorfinas, cuya función es bloquear esa sensación. Pero con lo que no contábamos, y aquí viene el factor sorpresa, es que al liberar estas proteínas también produce euforia.
Pero como toda información que recibimos , hay que cogerla con pinzas. No quiere decir que cualquier dolor produzca satisfacción, ni mucho menos. Es solo en algunos casos particulares en los que este fenómeno ocurre, y eso es lo que lo hace tan especial.
Seguiría la misma línea de un fenómeno muy curioso que me suele ocurrir y que personalmente me encanta. El momento exacto en el que se te escapa una risa, por muy fugaz que sea, y debido a las agujetas del siglo, sientes que te clavan cientos de cuchillos en las costillas. Supongo que de hay viene el nombre de agujetas. Y lo más surrealista es que a pesar del dolor insoportable, no puedes parar de reírte. Es en ese instante en el que empieza el descontrol total.Y te quieres cabrear contigo mismo por no poder parar, pero no puedes, porque casualmente es imposible estar cabreado mientras te ríes. Y eso lo hace mucho más ameno y divertido, hace que merezca la pena el dolor, por muy retorcido que suene. Y una mezcolanza de todo esto es lo que yo intento transmitir a los que me rodean, pero es como hablar a una pared, porque no les entra en la cabeza. Y eso justo es la magia del descontrol sin límites, de entender algo que muy pocos entienden. De jugar a algo que muy pocos juegan. A arriesgarse a estar solo entre un montón de gente loca, o a ser el único loco entre toda esa gente.
Un día como este, hace siete años, una cría que casi no llegaba a los estantes altos de los supermercados, y tenía que coger una banqueta, tuvo la descabellada idea de sentarse en esa misma banqueta, y escribir, solo escribir, sin sentido, o al menos, no previo.
Y no, no se golpeó la cabeza con ningún tipo de silla, ni le entró vértigo de subir a estantes elevados, la verdad es que le salió del corazón.
Cogió el boli, intentando no apretarlo demasiado. Lo apretó. Era difícil. Y solo empezó a mover la muñeca, movimientos seguidos, fluidos, pero tampoco nada de otro mundo, o eso creía ella.
Y antes de darse cuenta, lo había publicado. Había mandado la señal al mundo, como quien lanza palabras al aire o pipas al suelo. Descuidado pero absolutamente consciente. Se iban a enterar. Y parpadeó, y en ese momento, se le pasaron por la mente una mezcla de antepasados, sopa en brick, recuerdos borrosos, y una lista de infinitas razones para no hacerlo, pero en otro breve parpadeo, lo deshecho, no lo de la sopa, a eso volvería más tarde.
Y sin más dilación, ese parpadeo sin intención, acabó en un revoltijo, o en un tornado y no hablemos del colapso mental que se vino más tarde. El caso es que con un pizca de chispa y otra de gracia, acabó estando donde quería, en lo alto de la banqueta, en su salsa.
Me da miedo mostrarme segura de mí misma, porque pasar desapercibida y hacerme pequeñita, es muy fácil, pero destacar y confiar en mí misma me crea dudas e incógnitas, ¿caeré mal? O me aman o me odian. Como cuesta mostrarnos como somos, pero que bien sienta. Yo quiero ser verdad, luz y no vasija. La que aporta la luz y no la que la recibe. Y es que cuenta la historia que había luces que iluminaban vasijas, y estas que recibían energía se impacientaban y frustraban ya que necesitaban la luz y tardaban en conseguirla. Un día una vasija que lucia llena, se dio cuenta de que había otra que estaba vacía y decidió darle un poco de su luz y otro poco a otra vasija apagada y cuanta más luz compartía, más tenía y es que ella no era una vasija, ella era una luz.
EL CACTUS QUE QUERÍA SER ROSAL Y SE CONVIRTIÓ EN JIRAFA.
Había una vez un ser muy poderoso, que concedía al azar, un espacio donde vivir, a cada planta. Estaban los rosales, a los que había concedido un espacioso y fértil prado, donde crecer y desarrollar su hermosura. Los jacintos, con una parcelita muybien ubicada y los cactus, en específico uno, al que le había tocado un minúsculo trozo de tierra. Un estrecho cubículo para un estresado oficinista. El cactus sintiéndose enjaulado, empezó a llorar y a llorar, hasta que no le quedaron más lágrimas y lo único restante era un cactus escultural, magnífico y esbelto, ya que sus gotas de tristeza habían servido de fertilizante, para que el cactus creciese en dirección al cielo, ya que debido a su posición no podía crecer en otra dirección. Y ya desde lo alto, contemplando los ya insignificantes rosales, que ahora eran borrosas manchas rojas, pudo aprender la más valiosa lección, que no importa donde hayas nacido sino a donde llegues, y este cactus llegó alto.
Hay días que me veo reflejada en un cactus, verde, con mucho potencial y llena de vida, pero con unos pinchos por si alguien se atreve a descubrirlo.
Los monotemas, son como el culo, todos tenemos uno. Son como ese ruido interior que no para de sonar, como la mosca que en verano te incordia, como el mosquito de tu oreja por la noche, por mucho que quieres ignorarlo, no puedes y te frustras y te agobias hasta que llega un momento en el que tú cabeza lo anula, y se convierte en el ruido de la nevera, está, pero no lo notas. Y eso es lo más peligroso de todo, porque cuando oyes el ruido, puedes matar al mosquito y cortar de raíz, pero el problema viene cuando no oyes el ruido y entonces, te pica. Y eso en lo que paras de pensar, se vuelve una obsesión, insana, se convierte en tu enemigo más temido, tu monotema.
El mar ha sido siempre fuente inspiradora de historias y leyendas fantásticas, así un historial que comienza con serpientes marinas y sirenas, llegando al misterio contemporáneo del triángulo de las Bermudas. Seguramente hayáis oído hablar sobre este lugar o los extraños fenómenos que en él ocurren, tanto como si os inclináis por el lado de la razón o sois más soñadores, os pido que mantengáis vuestra mente abierta a nuevas hipótesis.
El triángulo de las Bermudas, ¿ovnis, puertas multidimensionales o casualidad?
Es un área geográfica, situada en el Atlántico, entre las islas bermudas, Puerto Rico y Florida, cada lugar forma una punta de un triángulo equilátero. En este lugar han desaparecido barcos y aviones sin dejar ni rastro, ya sea por una extraña fuerza magnética o sobrenatural, olas extremas, las brújulas se desorientan. Un claro ejemplo es el eterno enigma del “Mary Celeste”. Un buque fantasma a la deriva que iba en dirección al triángulo de las Bermudas y que apareció en la otra punta del mundo sin rastro de la tripulación, hace 146 años de este suceso, y a día de hoy nadie ha conseguido darle una explicación razonable, solo el mar guarda su secreto.
Otra particularidad del mar es que es escalofriante y a la vez emocionante, como la fosa de las marianas, el lugar más profundo del mar, en el que no sabemos qué criaturas habitan, ya que la humanidad no ha llegado a explorar el fondo de la fosa.
Ahora que tenéis la información, os lo dejo a la imaginación, para que creéis vuestras propias hipótesis. Claro está que nada de esto tiene evidencias científicas, puede que todo sea casualidad. Pero hay teorías que explican como las coincidencias no existen , que el universo no deja nada al azar.
Ahora os dejo que reflexionéis sobre si pueden ser casualidades o no.
En conclusión, ya sea en nuestra vida o en las mayores profundidades del mar, hay misterios sin resolver, enigmas. ¿Serás capaz de desenterrar estos secretos hundidos? ¿O tienes miedo al mar? O lo amas o lo odias, no hay punto medio, sino un constante vaivén, o lo surfeas o dejas que te hunda con él, y una vez tragado, no se flota más.